El Valle de Lecrín y el agua

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El Valle de Lecrín

He subido a la grupa del Caballo
hasta ver Salobreña navegar
en su velero inmenso verde y blanco
perdido entre la bruma de alta mar.

Bajo las crestas blancas de la sierra
brota un Torrente de aguas de cristal
que corren como niños por las piedras
de los tendidos de “La Rinconá”.

Tendidos verdes donde pacen toros
y ovejas libres de perro y pastor;
perdices corren entre los rastrojos,
su canto rompe la puesta de sol.

Aquí lucharon a brazo partido
nuestros abuelos contra la miseria.
Albercas, eras, chozas son testigos
de amores, esperanzas y tristezas.

Se dejaron la piel y la chaqueta
cultivando patatas y centeno.
Bajan con haces de paja y de leña,
suben alforjas repletas de sueños.

Por caminos de bestias ya perdidos
llego hasta el mirador de “Las Chorreras.”
El Valle de Lecrín: el paraíso,
abre bajo mis pies todas sus puertas.

Abajo una mujer tiende la ropa
verde de los olivos centenarios.
Una brisa mojada y seca sopla
barriendo el algodón de los tejados.

Es Nigüelas, la culta, la serrana,
protegida en el cielo por la cruz,
la de jardines, fuentes y almazara,
pueblo blanco, morisco y andaluz.

Acequias, la discreta, está escondida
y no quiere llamar nuestra atención
pero en sus calles corre el agua viva
y en sus huertos se luce el ruiseñor.

Mondujar, Talará, Chite, Saleres,
Murchas y Melegís, pañuelos blancos,
macetas de geraneos y claveles,
campos de limoneros y naranjos.

Arados rotos, toscos azadones,
acequias viejas, pequeños cultivos,
olivos moros entre los limones,
limones verdes entre los olivos.

Béznar, pequeña mar donde se casan
las aguas que te abrazan por el talle,
Restábal, una novia engalanada
y un balcón de azahar, Pinos del Valle.

Dicen que por las noches de verano,
casi desnuda se baña la luna;
los tres pueblos cogidos de la mano
la cubren con un manto de aceituna.

Colgada de las peñas, Albuñuelas,
monte de leña, vega de frutales,
parral sembrado al pie de las aceras,
farmacia de remedios naturales.

Abiertos corazones de granadas,
reserva regional de vino mosto,
Cónchar tradicional, en sus fachadas
tomates secos y pimientos rojos.

Cozvíjar, tierra de color cangrejo,
experta labradora de Ciancos,
cerezos, viñas, olivos y almendros
se pierden en cañadas y barrancos.

Tesoro de agua, de turba y arena,
ventana abierta al mar de los trigales,
Padul con el Caballo por montera,
puerta de lujo para todo El Valle.

Y llegamos a Dúrcal, a mi pueblo,
tierra feraz, acogedora gente.
Aquí nadie se siente forastero,
este pueblo es de todos los que vienen.

Para llegar a Dúrcal, cinco puentes,
para vivir en Dúrcal, cualquier sitio.
Agua, flores, frutales y mujeres,
aquí está todo El Valle resumido.

Sigo apostado en este mirador.
El sol se oculta tras las Albuñuelas.
El Valle de Lecrín es un tambor
que tocan las campanas de Nigüelas.

Ha llegado la noche. Las estrellas
Hacen guiños azules sin parar.
Se duerme El Valle. Se apagan las velas
y suenan los timbales de azahar.

Sierra Nevada

Ríos y arroyos

La laguna del Padul

El pantano de Béznar

Fuentes y manatiales

El agua potable, nuestros pueblos